lunes, 24 de enero de 2011

YOGA PARA NIÑOS

Sesiones entretenidas que ayudan a su desarrollo por Macarena Anrique Vial


Entre juegos e historias que invitan a adoptar las posturas de esta actividad, los más pequeños de la casa aprenden la milenaria práctica favoreciendo su crecimiento.

Sin importar su edad, todas las personas interesadas en practicar yoga pueden hacerlo. En el caso de los niños, los instructores recomiendan que realicen la actividad solamente cuando puedan seguir las instrucciones. Esto es, aproximadamente, cuando ya han cumplido los cuatro años, momento en que es posible que presten atención y logren entretenerse con la dinámica de una clase.

¿Cómo es una sesión de yoga infantil?


Los instructores planifican cada instancia de acuerdo a las necesidades de los pequeños; así, por ejemplo, es importante la participación de dos o más chicos y el empleo de un lenguaje adaptado especialmente para ellos. Además de las posturas o asanas, también se trabajan la elongación, la inspiración y la exhalación; al terminar, se dejan varios minutos para relajar los músculos y todo el organismo, tal como se hace en una clase para adultos.

La diferencia principal es la forma en que se presenta la sesión, puesto que se lleva a cabo con juegos, música, pequeños trucos de magia y también narrando historias que mantengan la atención de los niños. De esta forma, la imaginación comienza a trabajar y permite a los chicos adoptar las distintas posturas.

La conversación con el instructor

Los ejercicios de yoga son suaves y se acomodan a las posibilidades de cada persona sin forzar el cuerpo. Aunque los movimientos son lentos y delicados, pueden causar algunos daños si no se practican con cuidado y supervisión de un experto.

En cuanto a los niños, los instructores de yoga aseguran que no existen contraindicaciones; sin embargo, se recalca la importancia de que los padres conversen con el profesor a cargo del pequeño para que le indiquen si tiene algún problema de salud, por ejemplo una dolencia o lesión.

También es recomendable señalar el estado emocional del chico con la intención de echarle una mano psicológicamente a través del yoga. La práctica puede ayudarle a desconectarse del exterior y mirar "hacia dentro", como una perfecta fórmula para reflexionar y alcanzar la paz que permite establecer un vínculo con nuestro cuerpo, mente, respiración y naturaleza.




Crecer con sensibilidad


Cada una de las posturas del yoga sirve para estimular la circulación sanguínea en zonas específicas del cuerpo, además de mejorar las condiciones de los músculos y órganos internos. Junto con los beneficios físicos, emocionales y mentales atribuidos a la práctica de la disciplina, cuando se trata de niños, esta actividad también favorece el comportamiento espontáneo, la creatividad y la comunicación; asimismo, ayuda al autoconocimiento del cuerpo, aumenta o mantiene la flexibilidad y contribuye a adoptar una buena postura.

Una mayor consciencia sobre las sensaciones es otro de los efectos que suele apreciarse en los niños que asisten a sesiones de yoga. Poco a poco, aprenden las técnicas de respiración y logran expresarse con una actitud de aceptación hacia ellos mismos y ante los demás. También aumentan sus capacidades para relajarse y desarrollar su nivel de atención, memoria y concentración.

Con todo lo anterior, hay expertos que proponen la práctica del yoga como una buena fórmula para disminuir actitudes de agresividad o exceso de competividad en los niños; además es una ayuda en el alivio de tensiones, ansiedades, angustias, depresiones y conflictos.